Tipos de mojama
13 JULIO 2023
Si el atún es considerado el “cerdo del mar”, la mojama sería algo así como el jamón… y siguiendo con la analogía, el atún rojo de almadraba sería el cerdo ibérico de bellota, y de donde salen los salazones de mayor calidad, pero primero, y antes de probarla virtualmente, vamos a definirla.
La mojama es un salazón del atún, que ya se hacía en la península ibérica en la época de los romanos como método de conservación del pescado, y que consiste en salar los lomos del pescado en sal marina gruesa durante varios días, dependiendo de sus características y tamaño, y a continuación, se lava y se deja secar al aire, que es cuando comienza a perder agua, concentrar sabores y se convierte en ese intenso producto que todos conocemos.
Una variante de la mojama, y también muy interesante, es la botarga, que son las huevas de diferentes pescados, como el mújol, atún o el pez espada, en salazón.
La calidad de una mojama viene marcada por el tipo de atún, un método de elaboración más o menos cuidado, pero también por la parte del lomo que hayamos escogido, y atendiendo a este criterio los diferentes tipos de mojama que hay en el mercado son:
- Solomillo: Curiosamente, y con ese nombre que sugiere un mayor refinamiento, se trata de la pieza más sencilla de la familia, ya que es la zona más externa, y cercana a la piel, del lomo, lo que hace que sea un poco más seca. Prácticamente, carece de veteado.
- Primera: También es la zona interior del lomo, pero no tanto como la anterior, y está un paso por detrás en cuanto calidad, algo que se nota en que no es tan suave de textura, aunque en cuanto a sabor podría ser similar. Su veteado es más abierto y se acerca más a las líneas paralelas.
- Extra o especial: Es la de mayor calidad, y corresponde a la zona central del lomo del atún. Su textura es compacta pero posee una gran finura. La podemos distinguir por sus vetas que tienden a ser como círculos concéntricos.
Una buena mojama es, sobre todo, muy sabrosa, posee un intenso sabor a pescado azul, aderezado con notas salinas, de yodo y, sobre todo, sugerentes recuerdos de mar que hace que sea un producto único y lleno de personalidad. La forma más habitual de consumirla es tal cual, en finas lonchas, con un chorrito de un buen aceite de oliva virgen extra, para suavizar su textura y, como extra, acompañada de unas almendras fritas. No necesita más, aunque también es una inmejorable sustituta de los ahumados para numerosos platos, como pueden ser las ensaladas o tostas. Pero, sobre todo, es un aperitivo perfecto.
A la hora de acompañarla con una bebida, la opción está más o menos “clara”, nunca mejor dicho, ya que no nos equivocaremos si elegimos una refrescante cerveza rubia, o un vino blanco, que bien puede ser un fino de Jerez o una manzanilla de Sanlucar con sus notas punzantes marinas o vinos más afrutados como los de Rueda.
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